Un día estupendo luce en las anchas calles de Nueva York y todo el mundo se echa a las calles para disfrutarlo. En cada rostro solo hay sonrisas y miradas al cielo que calienta como en un día de verano y eso que estamos ya casi en invierno. Una suave brisa apaga un poco el calor y te da un respiro, las fuentes funcionan con más fuerza que nunca y los pájaros cantar sin parar. Sí, un día genial.
Excepto porque tú estas al final de la calle con ellos, riendo y haciendo miles y miles de tonrerías y yo estoy sentada con la bufanda y esa ropa nueva que me he puesto para que me miraras tan solo un segundo. Y no lo has hecho. No importa.
Hoy solo tengo palabras bonitas para expresar este día, te apartaré de mi mente y sonriré. Iré a ese gran lago donde muchos de mis días te e mirado y correré por el cesped con el aire. Jugaré con los perros y tiraré monedas pidiendo deseos.