Abstraída en sus pensamientos, al entrar en un Starbucks, un chico se le hecha encima, manchándola completamente de chocolate con su batido.
- ¡Lo siento mucho, de verdad!- dijo él.
- No importa, no te preocupes- responde.
- ¿Como te llamas?- pregunta.
- Eilen, ¿tú?.
-Aaron. Encantado de conocerte, tengo mucha prisa, pero mira aquí tienes mi número de teléfono, por si quieres una camisa nueva o algo, espero verte de nuevo, ¡adiós!- le dice Aaron con muchas prisa, pero una preciosa sonrisa.
Eilen se despide con la mano, y con una sonrisa tonta, de esas que se les ponen a los enamorados.
Cuando va camino de su casa, no puede para de pensar en él, en su pelo rubio y sus ojos azules. Ni siquiera se da cuenta de que, ha ocurrido, se ha enamorado de esa manera que ella había encontrado una tontería, por un simple encontronazo, pero ha ocurrido.
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